CAPÍTULO CINCO: LA PROMESA DE RUPERTO Y EL FUGITIVO.


Dos monstruos de Ruperto, llamados FLI-FLI-FLI-PON-TROX y YOYO-BOLD-JOOP, agarran a los guardias magos que protegían a los sargentos Luis y José e inmediatamente penetran en el lugar, Tariana y Mormónico.

Luis y José intentan avisar, pero era muy tarde porque los habían enviado al desierto Yapitu. Allí, todavía shockeados por la sorpresa, caen vencidos y enseguida son llevados a las cuevas destinadas para ellos.

En el cuartel, Ruperto, eufórico gritaba: ¡¡dos más y chau comandante y chau mundooooooooo. JA JA JA JA!!

En cambio, en el cuartel mágico, empezaban a sentir el peso de la derrota.

-Sólo quedamos 3- dijo el general Esquiper. Daría mi vida por saber quién es el villano.

-Yo puedo contestar, mi general, dijo una voz ronca y agitada detrás de él. Era Julián, el cabo, que había logrado huir de la cueva.

-¿Quién es??- Preguntó Tiago.

-Ruperto ha vuelto, dice Julián y ya no se puede hacer nada. Me tenían encerrado en una cueva y según lo que escuché, nos encerraron a todos en cuevas distintas.

-¿Pero cómo hiciste para escapar?- preguntó Jeremy.

-Me hice amigo del guardia y me liberó. Era un robot WARA-LARA-N-GUTA-FUN, de última generación, que se comporta como un ser humano y está presentando las mismas fallas. Él fue quien me dijo que a Emmanuel le han robado la magia.

-¡Maldito Ruperto! ¡¡Prepárate, te vamos a matar!!- gritó el general, fuera de sí.

En ese momento llega otra carta escrita con sangre que decía:

“Te escapaste Julián. Ahora nos llevaremos a Esquiper y a Tiago. Luego a ti, Julián y por último a Jeremy. Mañana es su día final.

Ah, olvídense de los hechiceros”

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